Almanzor, el caudillo musulmán que durante veinticinco años asoló el norte de la Península Ibérica y esclavizó a miles de cristianos
¿Saben ustedes que Almanzor (Ibn Abi Amir) caudillo musulmán del siglo X lanzó numerosas aceifas en la Península Ibérica gracias a las cuales «cosechaba» miles de esclavos cristianos, además de matar a miles? Es una pregunta retórica, ustedes seguro que lo saben. Durante un tiempo tuvo una estatua en Algeciras, lugar de su nacimiento.
La “Crónica Sielense” celebró su muerte: murió Almanzor y fue sepultado en el infierno. Y no es para menos, pues, por ejemplo, durante el asedio de Barcelona, ciudad que destruyó en el 985, lanzó mediante catapultas miles de cabezas de cristianos. Todos los habitantes fueron masacrados o llevados a Córdoba como esclavos.
Para lanzar al interior de Barcelona las cabezas de los cristianos, las tropas de Almanzor utilizaron un fundíbulo también conocido como trabuquete, almajaneque o lanzapiedras.
«Durante los veinticinco años que duraron las expediciones de Almanzor, fue trasladado al sur un importante contingente de mujeres cuyo destino fue la esclavitud.» (María Isabel Pérez de Tudela). Normalmente asesinaba a los hombres y deportaba a mujeres y niños.
Por ejemplo: volviendo de la toma de Zamora (987), Almanzor entró en Córdoba «precedido de más de nueve mil cautivos que iban en cuerdas de a cincuenta hombres». Su popularidad en el «Al-Ándalus» se debía al gran número de esclavos blancos que proporcionaba.
Aunque los andalucistas hipnotizados por el Islam medieval no les gusta que se sepa, en el Al-Ándalus y otras zonas musulmanas existía una demanda de esclavos (y esclavas diríamos en lenguaje «inclusivo») para beneficio de sus propietarios musulmanes.
Abu Amir Muhammad ben Abi Amir al-Maafirí logró el poder cuando siendo tutor del califa niño de Córdoba Hisham II logró hacerse nombrar «hachib» en el año 976 pasando a ser la verdadera cabeza del Califato. Se hizo llamar Al Mansur bi Illah (el victorioso por Alá), Almanzor para los cristianos Almanzor.
Una vez conseguido el poder multiplicó las «razias» o aceifas contra los cristianos. ¿Qué era una «razia» o «aceifa»? Expediciones de saqueo que tenían por objeto obtener botín y esclavos. Almanzor fue un experto en el «arte» del saqueo, la rapiña y el secuestro.
Almanzor llegó a comandar o lanzar 56 aceifas contra los cristianos. Destruyó Zamora, Simancas, los arrabales de Léon, Condeixa, Coimbra, Astorga, Portillo, Pamplona, Pallars, Baños, Alcubilla,…, infringiendo todo el terror del que era capaz.
Llevó a cabo extraordinarias matanzas en Sepúlveda, Simancas, Sacramenia (donde ordenó asesinar a todos los hombres), Toro, San Esteban, León, Astorga, San Román, Montemayor, Aguilar… Los fuentes árabes hablan de matanzas de decenas de miles de cristianos.
En el año 997 logró alcanzar Santiago de Compostela. Arrasó por completo la ciudad, destruyó su catedral, robó sus campanas, pero curiosamente dejó intacto el sepulcro del Apóstol. Las campanas serían repuestas por Fernando III el Santo después de tomar Córdoba.
La última aceifa de Almanzor aconteció en el verano de 1002. Falleció en Medinaceli. Cuentan que «en Calatañazor Almanzor perdió el tambor» justo antes de su muerte, es decir perdió una batalla, pero parece que no sea más que un mito.