Alfonso III el «Magno», el último rey de Asturias

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Alfonso III el Magno

Alfonso III el Magno

Alfonso III el «Magno» sucedió a su padre el rey Ordoño I a los 18 años, aunque la “Crónica de Alfonso III” manifiesta que únicamente tenía 13 en el año 866, teniendo que hacer frente nada más subir al trono al intento usurpador de la corona de Fruela, conde de Lugo, recordando tiempos de los antepasados visigodos que en no pocas ocasiones tuvieron que vérselas con algún candidato que quería disputarles el reino. Sabemos que esa cuita ya había sido resuelta en enero del 867, pues existen pruebas documentales de que Alfonso ya estaba de nuevo restituido en el trono pues otorgó un documento a favor del obispo de Iria devolviéndole una villa que la había sido arrebatada por el rebelde.

Ese mismo año también tuvo que hacer frente a varias aceifas enviadas por el emir de Córdoba Mohamed I que fueron rechazadas sin grandes dificultades por los ejércitos del rey Asturiano comandados por su tío el conde Rodrigo.

Se le considera el último monarca del reino de Asturias, pero bien podría ser el primero del reino de León, pues vivió en ese lugar largas temporadas y dispuso que se estableciera el Consejo de Gobierno y el Tribunal de Justicia. Al final de su reinado trasladó la corte de Oviedo a León.

¿Y cuáles eran los límites del reino de Asturias cuando Alfonso III llega al trono? Llegaba desde el Atlántico gallego en el oeste, hasta Vizcaya y Álava en el este, controlaba políticamente hasta el río Miño, el Esla y el Alto Ebro, en el eje Tuy-León-Amaya. Hacia el sur se extendía hasta el cauce del río Duero a donde iban llegando las gentes que poco a poco iban repoblando el llamado “Desierto del Duero”, creación del primer Alfonso de Asturias. Esa actividad repobladora fue protagonizada principalmente por los mozárabes que habían huido del al-Andalus.

Más hacia el sur del cauce del Duero había una zona despoblada o más bien no controlada ni por asturianos ni musulmanes que ninguno de los dos podía considerar parte de su territorio.

Como ocurrió en tiempos del rey Alfonso I, la inestabilidad del reinado de Mohamed I benefició los intereses del reino asturiano. Mientras el rey musulmán tenía que vérselas con rebeliones como la de un noble llamado Ibn Marwan, apodado “El Gallego”, el ejército de Alfonso III cruzaba las tierras gallegas para tomar Braga, Viseo, Lamego y Coimbra en el 878.

Además de la rebelión de “El Gallego”, el emirato de Córdoba tuvo que afrontar una hambruna, una plaga de peste y otra rebelión protagonizada por un caudillo llamado Sadún que se alió con “El Gallego”. Mohamed envió un ejército para reprimirlos, pero estos resistieron en el castillo de Caracuel, hicieron prisionero al jefe de las tropas del emir, y general Adb Al-Aziz, al que enviaron como rehén a Alfonso III y que los dejó establecerse en lugar llamado” Banyasa” que podría ser la La Bañeza.

El emir de Córdoba envió tres ejércitos para castigar la osadía de los asturianos por la ayuda a los rebeldes además de tratar de rescatar a su general capturado. Dos de ellos tenían como destino León, pasando uno de ellos por Zaragoza, y el otro, Coimbra.

El primero de los ejércitos fue interceptado por el ejército asturiano en un lugar conocido como La Poloraria o Polvorosa situada entre los ríos Órbigo y Tera, afluentes del Esla, a unos 6 kilómetros al suroeste de la ciudad de Benavente (Zamora). Terminada la batalla los asturianos se alzaron con la victoria en la que las bajas musulmanas podrían haber alcanzado las trece mil.

El segundo ejército, al conocer la derrota del primero, dio la vuelta a la grupa de sus caballos y trató de regresar Al-Andalus. Pero las tropas de Alfonso III fueron en su busca y lo derrotaron en Valdemora, a unos quince kilómetros de la actual localidad de Valencia de D. Juan, entonces castillo de Coyanza. Según Sánchez Albornoz “Alfonso no se conformaría con dejar escapar a los caldeos, de cuya deprimida moral daban tristes señales su retirada desde el Esla y su desviación por Valdemora, y bajando al galope por las cuestas que le separaban de la tropa islámica en retirada, acometió a los sarracenos de Al-Mundir e ben Ganim. Otra vez sangre y polvo. Aunque Al Walid y el príncipe lograron escapar de la muerte en el combate, no consiguieron evitar el desastre de su ejército.”

El ejército musulmán que se dirigió a Coimbra, durante un tiempo asoló la Lusitania pero fracasó al poner sitio a la ciudad portuguesa pues tuvieron que levantarlo al poco tiempo a causa de las pérdidas sufridas.

Mohamed I fue obligado por los asturianos a pagar un alto rescate para recuperar al general que tenían rehén y a pactar una tregua de tres años que Alfonso III el Magno supo aprovechar muy bien. Cien mil sueldos de oro que el emir no pudo pagar. Por ello dejó como rehenes a dos hermanos, un hijo y un sobrino del general para liberar a Abd al Azis hasta que éste logró pagar esa cantidad. De ahí que la tregua durara tres años.

La tregua fue aprovechada por el rey Alfonso para consolidar la frontera sur del reino y las defensas de todo el territorio astur. Repobló Braga, Oporto, Coimbra, Lamego y Visego. Construyó numerosos castillos entre la cordillera cantábrica y el Duero tales como Luna, Alba, Gordón, y La Valcueya. También los elevó en la línea costera asturiana y en las principales líneas de comunicación del reino como por ejemplo en Curiel y Tudela.

En el año 881 acabó la tregua. El primero en volver a la guerra fue el emir cordobés. Trató de enviar una flota que partiendo del río navegable del Guadalquivir se plantara en Galicia. Nunca llegó. Quedó desarbolada por una tempestad en las aguas del Océano Atlántico.

Alfonso III en cambio atacó por tierra. Envió un ejército hacia Mérida que hizo ver que se dirigía hacia Toledo para engañar a los espías y vigías musulmanes. Una vez cerca de Mérida no la atacó, bajó más allá de Badajoz, cruzó el Guadiana y atacó una fortaleza llamada Daubal que puede corresponder al actual lugar llamado Los Adobales. Fue desmantelada y pasados a cuchillo a todos sus defensores.

Luego se dirigió hacia a la sierra de Jérez de los Caballeros saliéndole al paso un ejército musulmán al que los asturianos derrotaron en un lugar llamado Monte Oxifer, quizás cercano a Zafra. Los cristianos habían recorrido ochocientos kilómetros y habían llegado a unos cien kilómetros de Córdoba.

El contraataque musulmán llegó en el año 882 atacando a Asturias desde Zaragoza en poder de los Banu Qasi, que pretendieron tomar pero no lo lograron. Desde la capital de la actual Aragón el ejército musulmán entró en Castilla y trató de acabar con las fortalezas construidas en la frontera. Atacaron varios castillos, pero únicamente lograron tomar el de Castrojeriz. De ahí tomaron el camino de León donde les esperaba un ejército cristiano a las orillas del Esla.

Pero en esta ocasión los dos ejércitos no entraron en batalla. Resulta que el ejército musulmán estaba al mando del general Adb Al-Aziz, aquel que durante un tiempo fue rehén de Alfonso III. El hijo de este general seguía en poder de los asturianos. Adb Al-Aziz pactó la entrega de su hijo a cambio de dos nuevos rehenes (dos miembros de la familia zaragozana de Banu-Qasi), una Biblia sevillana de San Isidoro y una Biblia cordobesa. Cerrado el trato, el ejército musulmán volvió a Córdoba.

Al año siguiente volvieron las aceifas musulmanas pero terminaron sin que se produjera un choque directo y sin intercambio de regalos llegando una paz que coincidió con el fallecimiento de Mohamed I y la subida al poder primero de Al-Mundir que estuvo en el poder solo dos años y luego Abd Allah que sufrieron rebeliones internas en el emirato que les impidieron poner sus ojos en las fronteras del reino de Asturias.

Algunas fuentes dicen que en el año 884 los hermanos del rey (Nuño, Bermudo y Odoario) se rebelaron haciéndose fuertes en Astorga contra él disputándole el trono. Alfonso III los derrotó y los mandó cegar. A pesar de haber sido cegado, Bermudo siguió con la rebelión llamando a los musulmanes para que fueran a socorrerle. Gracias a su apoyo Bermudo habría estado al frente de Astorga durante siete años cuando fue derrotado y huyó a Córdoba. Seguramente esta historia de los hermanos de Alfonso III sea una leyenda pues el monarca o era hijo único o tenía un solo hermano llamado Odoario que fue obispo. Tampoco es verosímil que un ciego pudiera estar al frente de una rebelión contra Alfonso III durante nada menos que siete años.

El monarca más importante del Reino de Asturias, amante de la cultura y las letras

Fue un gran promotor de la cultura y de las artes, siendo considerado el monarca más importante del reino de Asturias. Reunió una gran biblioteca permitió la redacción de la Crónica de Alfonso III. Durante su reinado también se redactaron la Crónica Profética y la Albeldense claves para conocer la primera parte de la llamada Restauración o Reconquista de España considerando a los reyes asturianos como sucesores de los reyes visigodos

Por entonces, tomó cuerpo definitivo la teoría del origen godo de los reyes asturianos y su condición indiscutible de sucesores del reino de Toledo. Esas ideas se transmiten a las crónicas que por entonces se escriben, bajo la inspiración o con la directa intervención del propio monarca Alfonso III, del que se sospecha pudo ser el autor de la conocida como versión «Rotense» de la Crónica que lleva su nombre.

Durante el reinado de Alfonso III se restauraron las sedes eclesiásticas de los territorios que conquistaba y se acometió la construcción de un gran número de iglesias tales como San Salvador de Valdediós, San Adriano de Tuñón, San Miguel de Villardedeyo, San Pedro de Cardeña, San Benito de Sahagun, … Además, a petición del obispo Sisnando, ordenó la construcción de la basílica de Santiago de Compostela que sustituyó el antiguo santuario que albergaba los restos mortales del apóstol Santiago.

San Salvador de Valdediós

También es el responsable que la supuesta cruz de madera que Pelayo elevó en Covadonga fuera recubierta de un espectacular trabajo de orfebrería. Hoy es el emblema de Asturias.

Cruz de la Victoria

En el año 901 un caudillo musulmán llamado Abu Alí al-Sarray envió un ejército al mando de un príncipe omeya llamado Ahmad ibn Muawiya contra Zamora yendo en socorro de la ciudad el propio Alfonso III al frente de las tropas cristianas. Después de tres días de combate en el que parecía que la victoria se iba a decantar del lado musulmán, el rey Alfonso III ordenó rodear el campamento musulmán y consiguió la victoria en la llamada Jornada del Foso de Zamora.

Durante los últimos años de su vida el monarca tuvo que hacer frente a una rebelión encabezada por su hijo García y que podía estar apoyada por parte de su familia. El propio padre se puso al frente de otro ejército, capturó a su hijo y lo encerró en el castillo de Gauzón.

De todas formas, no se sabe si de forma voluntaria o forzada, antes de morir abdicó en sus hijos: León para García, Galicia y Portugal para Ordoño y Asturias para Fruela.

Alfonso III el Magno falleció el 20 de diciembre de 910 en Zamora a los sesenta y dos años a causa de una pulmonía. Sus restos mortales se depositaron en Astorga hasta que se trasladaron a la iglesia de Santa María de Oviedo, para acabar en el siglo XVIII en el Panteón Real de la catedral de Oviedo.

Sarcófago de Astorga, que contuvo los restos de Alfonso III el Magno

La Crónica Albedense termina el reinado de Alfonso III con la siguiente frase: “la iglesia crece y el reino se amplía”.

Fuentes:

Historia Militar de la Reconquista

Real Academia de la Historia

De la Guerra a la Unificación

Historia de los Reinos Cristianos

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