El rey Fernando I de León, el «Magno.
El futuro Fernando I “el Magno” de León era hijo de Sancho Garcés III de Pamplona y de Munladona, hermana de García Sánchez de Castilla. No se sabe ni el lugar de su nacimiento ni la fecha exacta pero debió nacer entre el 1016 y el 1018 y habría sido el cuarto hijo de la pareja tras Ramiro I de Aragón, García Sánchez III el de Nájera y Gonzalo I de Ribagorza.
García Sánchez, conde de Castilla, muere asesinado el 13 de mayo de 1029 junto a la iglesia de San Juan Bautista de León sin que nunca se pudiera demostrar quién fue ni el instigador y el autor material del crimen. Algunas crónicas muy posteriores afirman que fue llevado a cabo la familia Vela debido a que el conde Fernán González les había arrebatado sus dominios alaveses.
El hecho es que el condado de Castilla pasó a manos del padre de Fernando, Sancho Garcés III de Pamplona gracias a los derechos sucesorios que poseía su esposa Muniadona de Castilla, hermana del asesinado. Ese mismo año 1029 Sancho Garcés designó como conde de Castilla a su hijo Fernando Sánchez pero el poder real sobre el condado lo mantuvo el padre.
Sancho Garcés III murió en el año 1035 siendo a partir de ese momento cuando Fernando comenzó a gobernar de forma efectiva en el condado de Castilla. Tratando de reforzar los lazos con la casa real de León se había casado con la hermana del rey leonés Vermudo III en 1032. Pero el rey leonés pensaba que la maniobra que había llevado a cabo el padre de Fernando para gobernar en Castilla perjudicaba a León y declaró la guerra al conde de Castilla y a su hermano el rey de Pamplona, García Sánchez III. Esta guerra se decidió en la batalla de Tamarón que tuvo lugar en los primeros días de septiembre de 1037 venciendo los pamploneses y castellanos a los leoneses muriendo incluso el rey Vermudo III en los combates traspasado a lanzadas.
Vermudo III murió sin descendencia por lo que el trono de León correspondía a su hermana Sancha que precisamente estaba casada con Fernando. A pesar de cierta oposición de los nobles leoneses que no deseaban que fuera su monarca aquel que precisamente había matado a su rey, el 22 de junio de 1038 fueron ungidos como rey y reina de León Fernando y Sancha.
Los primeros dieciséis años de reinado en León tuvieron que emplearlos los reyes en poner orden y someter a los condes que no reconocían su autoridad, principalmente gallegos y leoneses. Para ello viajaron por el reino con ocasión de la reunión de juntas, corrección de desmanes, administración de justicia. Siempre les acompañaban sus cinco hijos nacidos entre 1033-1035 y 1042: Urraca, Sancho, Elvira, Alfonso y García.
En el año 1054 sucede la batalla de Atapuerca. Aunque al principio del reinado el rey García de Pamplona había ayudado a su hermano en la batalla de Tamarón, el tiempo trajo la discordia y la guerra. García, hermano mayor, no quería aceptar que Fernando hubiera alcanzado el trono del reino de León y en la práctica se hubiera convertido en un vasallo suyo. A pesar de que Fernando envió a la corte de Pamplona Íñigo, abad de Oña, y Domingo, abad de silos, para tratar de calmar los ánimos lo único que consiguieron fue una cita para batirse en una batalla: el 1 de septiembre de 1054 en Atapuerca, a unos veinte kilómetros de la ciudad de Burgos.
La batalla la ganaron los leoneses y el rey García de Pamplona murió bien por obra de un noble navarro Fortún Garcés agraviado supuestamente porque el monarca había seducido a su esposa o por obra de unos leoneses antiguos servidores del rey Vermudo que lograron por fin vengarse de la muerte de este último en Tamarón. El caso es que García murió y aquel mismo día fue proclamado rey de Pamplona Sancho Garcés IV con la bendición de su tío Fernando que según cuentan las crónicas lloró sobre el cadáver de su hermano y lo llevó al monasterio de Santa María la Real de Nájera donde aún reposa.
Una vez que el orden interior de León se encontraba asegurado, Fernando I se centró en reanudar la Reconquista. Logró tomar las plazas portuguesas de Lamego, Viseo y Coimbra además de las San Esteban de Gormaz, Berlanga de Duero y varios castillos en el territorio del alto Duero.
La debilidad de los reinos de taifas llevó a que se estableciera el hábito del pago o de tributos anuales en oro a cambio de que el rey cristiano se comprometiera a no invadir los territorios musulmanes e incluso su protección frente a otras taifas. En caso de que no pudieran pagar lo establecido, los cristianos arrebataban el territorio de taifa y lo añadían a su reino. Fernando i logró el sometimiento de las taifas de Toledo, Sevilla, Zaragoza y Badajoz.
En el año 1065 Fernando I comandó personalmente una expedición contra la taifa de Valencia y derrotó a los musulmanes en la batalla de Paterna. Cuando el contingente se dirigía a tomar la ciudad de Valencia, el monarca se sintió indispuesto y ordenó el regreso a León. Fernando I moriría el 27 de diciembre de 1065, día de San Juan Evangelista, en la capital de su reino.
Según la crónica Silense en el amanecer del día anterior ordenó que le trasladaran vestido con el manto regio a la iglesia de San Isidoro en donde hincó la rodillas frente al altar y oró a Dios por su alma:
“Tuyo es el poder, tuyo es el reino, Señor. Encima estás de todos los reyes y a ti se entregan todos los reinos del cielo y la tierra. Y de ese modo el reino que de ti recibí y goberné por el tiempo que Tú, por tu libre voluntad quisiste, te lo reintegro ahora. Te pido que acojas mi alma, que sale de la vorágine de este mundo, y la acojas con paz.”
Fernando I fue enterrado en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León. En su lápida se hizo labrar la siguiente inscripción:
“H. E. TUMULATUS FERNANDUS MAGNUS REX TOTIUS HISPANIAE. FILIUS SANCTII REGIS PIRENAEORUM ET TOLOSAE. ISTA TRANSTULIT CORPORA. SANCTORUM IN LEGIONE BEATI ISIDORI ARCHIEPISCOPI AB HISPALI VICENTIIMARTYRIS AB ABELA. ET FECIT ECCLESIAM HANC LAPIDEAM. QUAE OLIM FUERAT LUTEA, HIC PRAELIANDO FECIT SIBI TRIBUTARIOS OMNES SARRACENOS HISPANIAE ET CEPIT COLIMBRIAM, LAMEGO, VESEO, ET ALIAS. ISTE VI CEPIT REGNA GARSIAE ET VEREMUDI. OBIIT VI K. JANUARII. ERA MCIII.” (Aquí está enterrado Fernando Magno, rey de toda España, hijo de Sancho rey de los Pirineos y Tolosa. Trasladó a León los cuerpos santos de san Isidoro arzobispo, desde Sevilla, y de Vicente mártir, desde Ávila, y construyó esta iglesia de piedra, la que en otro tiempo era de barro. Hizo tributarios suyos, con las armas, a todos los sarracenos de España. Se apoderó de Coímbra, Lamego, Viseo y otras plazas. Tomó por las armas los reinos de García y Vermudo. Murió el 27 de diciembre de 1065)
Fernando I tomó la decisión en su testamento de dividir sus dominios entre sus hijos: a Sancho adjudicó Castilla (incluyendo las Asturias de Santillana y las tenencias de Liébana, Monzón, Saldaña y Carrión de los Condes) las regalías que Fernando I tenía en Nájera y Pamplona y las parias del reino de taifas de Zaragoza; a Alfonso le cedió León y Asturias, con las parias de Toledo; y a García le confirió el dominio sobre Galicia (incluyendo el condado de Portugal) y las parias de Badajoz y Sevilla.
A sus hijas le dejó el infantado de Covarrubias y la villa de Zamora y para Elvira se constituyó el infantado de Campos y la ciudad de Toro.
Este reparto llevó a una guerra que duró siete años entre los hermanos y que acabó cuando todos los territorios fueron reunificados por Alfonso VI de León.