Wamba, el rey visigodo que no quería reinar

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Wamba

Wamba

Sucedió en el trono de los visigodos a Recesvinto y reino del año 672 al 680. Nada se conoce de sus antecedentes familiares, antes de ser nombrado rey pudo ostentar el cargo de duque en alguna de las provincias del reino encontrándose en el reducido grupo de duques de Recesvinto cuando este falleció.

Cuando accedió al poder estaba bien entrado en años y no deseaba a esas alturas ser rey. Su nombramiento fue completamente inesperado. Estando el rey Recesvinto enfermó, se retiró a Gérticos, actual provincia de Valladolid, donde murió y fue sepultado el 1 de septiembre de 672.

La nobleza palatina próxima al rey fallecido decidieron que Wamba era el mejor candidato para ser el nuevo “rex gothorum” pues en aquel momento no tenía enemigos y era respetado por todos. El elegido se negó a recibir la condición real y la tradición cuenta que uno de los duques que había propuesto su nombramiento lo tuvo que amenazar de muerte blandiendo una espada.

Fue entronizado el 19 de septiembre en Toledo en la basílica palatina de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo en la Vega Baja. El obispo Quirico puso el óleo sagrado en la cabeza del nuevo monarca mientras se encontraba de rodillas vestido con ropas regias.

No tuvo un reinado sencillo el bueno de Wamba. Después de tener que sofocar la acostumbrada rebelión de los vascones tuvo que hacer frente a la rebelión en la Narbonense de un noble llamado Ilderico, conde de Nimes, que tenía a su lado a Gumildo, obispo de Maguelonne y Ramiro, abad de un monasterio. A aquella región envió Wamba un ejército al mando de otro duque llamado Paulo que salió rana al legítimo rey de los visigodos: cuando llegó a su destino en vez de sofocar la rebelión se puso al frente de la misma proclamándose Rey con el apoyo de los anteriormente mencionados y de Ranosindo, duque de la Tarraconense.

Sofocada la rebelión de los vascones en una semana, se dirige con su ejército hacia la Narbonense en la primavera del 673 pasando primero por la actual Cataluña y apoderándose de Barcelona y Gerona. Luego tomaron los pasos pirenaicos y sus fortificaciones haciéndose con un gran botín que repartió entre sus soldados algo que haría cada vez que tomara una ciudad. Una vez en suelo galo, envió por tierra un ejercito con dirección a Narbona y a otro por el mar.

Cuando Paulo tuvo conocimiento de la magnitud del ejército que venía en su busca, abandonó Narbona y dejó al frente de sus huestes a Witimiro, hombre de su confianza. Al llegar las tropas de Wamba a Narbona ofrecen una rendición a sus enemigos a lo que Witimiro se niega. Narbona es tomada y Witimiro capturado, engritellado y azotado junto con sus seguidores. Después de la demostración de fuerza de las tropas de Wamba se rinden Beziers, Agde, Magolona,…, es capturado Ranosindo y el 1 de septiembre de 673 Paulo se rinde en Nimes, después de una sangrienta represión que duro tres días, bajo la promesa de que se respetaran sus vidas. Wamba regresa a Toledo con Paulo subido en un carro tirado por camellos, decalvado, con una raspa de pescado en la cabeza haciendo de corona, sin barbas, desnudos los pies y cubierto de harapos.

De vuelta a Toledo, una vez celebrados los fastos de la victoria, el rey Wamba promulgó una Ley militar por la que en caso de rebelión o invasión todos los hombres libres en un radio de 100 millas debían acudir a la llamada real en persona con todas las fuerzas a su disposición. En caso de no cumplir con el mandato, los transgresores serían condenados al destierro, a la confiscación de sus bienes para pagar la incursión enemiga o a la conversión en esclavos del Rey.

También trató de robustecer el poder central concediendo la dignidad palatina a libertos y esclavos del fisco de forma que al aumentar en número de nobles, añadía un buen grupo de nuevos nobles afines a su causa. Además procuro controlar el poder episcopal intentando que los obispos dejasen de utilizar los bienes de las iglesias y monasterios rurales para dar dadivas a sus dependientes o aumentasen el número de personas que se encontrasen a su cargo.

El rey Wamba debió pisar muchos callos en la nobleza porque fue apartado del poder de una forma rocambolesca que puede sugerir que realmente no fue por iniciativa suya.

La versión que su sucesor dio en el XII Concilio de Toledo fue que, según la versión de la Crónica de Alfonso III redactada por mozárables, que Wamba, acometido de una grave enfermedad recibió de Ervigio, el que sería su sucesor en el trono, una hierba que se llamaba esparto y al momento se vio privado del sentido. Cuando el obispo de la ciudad, San Julián, y los nobles vieron al rey tendido y carente de todo sentido, al instante le fue dado el sacramento de la confesión y de la penitencia.

La abdicación

Parece ser que de forma sorpresiva el rey se recuperó y exigió seguir en el trono lo que no le fue permitido por Ervigio, demás nobles presentes y el obispo de Toledo. Debió ser obligado a firmar un documento que nombraba sucesor a Ervigio que logró coronarse sin necesidad de pasar por elección alguna el 21 de octubre de 680. Wamba ingresó en el monasterio de Monjes Negros en Pamplieba, en la actual provincia de Burgos falleciendo a finales de 688.

Sus restos fueron enterrados en la iglesia del monasterio de San Vicente. Alfonso X en el siglo XIII ordenó que sus restos fueran trasladados a Toledo a la iglesia de Santa Leocadia, sita al lado del alcázar donde también habían sido trasladados los de antecesor Recesvinto. Los franceses, siguiendo “sus costumbres«, durante la guerra de la Independencia profanaron sus tumbas. Al final sus restos lograron descanar en la catedral de Toledo por orden de Isabel II en el año 1845 y se hallan actualmente en el salón principal de la sacristía de la catedral.

Fuentes:

Real Academia de la Historia

La España de los Siglos VI a XIII

Historia de los Visigodos

Imagen: Wamba renunciando a su corona (Antonio Ribera – Museo del Prado)

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