El «Huey Tzompantli» de Tenochtitlan, la prueba del holocausto azteca o mexica
¿Saben ustedes que el imperio azteca no era el paraíso que los indigenistas y los «negrolegendarios» nos quieren hacer creer? Los aztecas tenían la costumbre de secuestrar a sus vecinos, esclavizarlos, sacrificarlos extrayendo su corazón y exponer sus cráneos en los «Tzompantli».
En el año 2015 se descubrió el Huey Tzompantli en México capital. Se trata de una estructura en la que se ensartaban los cráneos perforados de las víctimas de los sacrificios de los aztecas dispuestos en hileras. Los cronistas españoles de tiempos de la conquista no habían mentido.
El Huey o Gran Tzompantli del Templo Mayor horrorizó a los conquistadores españoles cuando arribaron a Tenochtitlan. Es un enorme altar público en el que se ensartaban las cabezas aún calientes de los prisioneros sacrificados para honrar a los dioses.
En concreto el Huey Tzompantli del Templo Mayor honraba a Huitzilopochtli, dios de la guerra de los aztecas. En la superficie aún se distinguen los orificios de los postes o vigas de madera en los que se ensartaban los cráneos de hombres, mujeres y niños.
Gomara: «Fuera del templo,…, estaba un osario de cabezas de hombres presos en guerra y sacrificados a cuchillo, el cual era a manera de teatro más largo ancho, de cal y canto con sus gradas, en q estaban ingeridas entre piedra y piedra calaveras con los dientes hacia fuera.»
El cronista Gomara cuenta que dos personas que acompañaban a Cortés, Andrés Tapia y Gonzalo de Umbría «las contaron un día, y hallaron ciento treinta y seis mil calaveras en sus guías y gradas; las torres no las pudieron contar: cruel costumbre por tratarse de hombres degollados».
En Tenochtitlan vivían 200.000 almas. Los 400 españoles que acompañaban al gran Hernán Cortés no podían derrotarlos. El extremeño contó con la ayuda de las poblaciones sometidas por los aztecas, que soportaban una tiranía espantosa, en especial de los tlaxcaltecas y totonacas.
El presidente de México, el Sr. López Obrador, debería recordar que los conquistadores españoles consiguieron acabar con la tiranía azteca o mexica junto a xochimilcos, otomíes, huejotzingos, cholusenses, chinantecos y chalqueños y por supuesto tlaxcaltecas y totonacas.
López Obrador, con apellidos tan españoles, debería tener en cuenta que cuando los españoles llegaron a América, México no existía y que tan «mexicanos» podían ser los aztecas como los tlaxcaltecas y totonacas. Y que si existe México es gracias a Hernán Cortés, le guste o no.
Sigamos con el «paraíso» que se encontraron los conquistadores españoles. Los sacerdotes mexicas tenían la absurda creencia de que sacrificando a sus vecinos y ofreciendo sus palpitantes corazones a sus dioses, estos iban a retrasar el fin del mundo, pues lo temían muy próximo.
Era también frecuente que a sus prisionero le dieran armas falsas, se le atara una pierna a una piedra y drogado se enfrentara a un guerrero azteca o mexica. Una vez herido «se daba paso a la extracción de su palpitante corazón, cuyo vaho era ofrecido al sol por un sacerdote.»
Bernal Díaz del Castillo: «Y con unos navajones de pedernal les aserraban los pechos y les sacaban los corazones buyendo, y los cuerpos dábanles con los pies por las gradas abajo, y se comían las carnes con chimole».
Lummis: «El ídolo, las paredes interiores del templo, el piso y el altar estaban siempre humedecidos con el fluido más precioso de la tierra, la sangre. En el tazón ardían en rescoldo corazones humanos.»
Lummis: «A veces en un día señalado se sacrificaban quinientas víctimas en un solo altar. Se les extendía desnudos sobre la piedra de sacrificios y se les descuartizaba de una manera demasiado horrible para describirla aquí.»
Se puede decir que la conquista de México se convirtió, de algún modo, en una guerra de liberación de los pueblos mexicanos frente al dominio azteca.
No eran 400 peninsulares los que llevaron a cabo la toma de Tenochtitlan. Eran más porque después de la llegada de Hernán Cortés llegaron «refuerzos» Bernal Diaz del Castillo. Podríamos especular y llevar la cantidad a 2000. Aún así eran muy pocos que sin la ayuda de otras etnias y «nacionalidades » jamás podría haber tenido existo la empresa de Cortés.
Con los españoles llegó, lengua, religión y mestizaje en igualdad tanto de los autóctonos y españoles al librarles de yugo salvaje azteca.