El asesinato del presidente Antonio Cánovas del Castillo a manos de un anarquista italiano

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Cánovas del Castillo

Cánovas del Castillo

El 8 de agosto de 1897 un anarquista asesinó a las dos de la tarde al presidente del Consejo de Ministros Antonio Canovas del Castillo. El político del Partido Conservador se encontraba en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda. Recibió tres tiros a bocajarro.

Canovas del Castillo era un cliente habitual del establecimiento. Acudía para tratar sus achaques de glucosuria. Su asesino se llamaba Michelle Angiolillo, un anarquista italiano que conocedor de las costumbres del presidente se había instalado en el balneario cuatro días antes.

Angiolillo se había registrado con el nombre falso de Emilio Rinaldini simulando ser un corresponsal del periódico Il Popolo y de tener una afección en la garganta que le obligaba a tomar los baños. Nadie se dio cuenta de la estratagema a pesar de su enjuta apariencia.

Los nueve policías y veinticinco guardias civiles que protegían Canovas del Castillo no sospecharon del italiano. Iba y venía por el balneario a su antojo. El día 8 de agosto Canovas se levantó a mediodía, acudió a misa junto a su mujer y después se sentó a leer un diario.

Angiolillo se acercó al lugar donde se encontraba Cánovas hasta situarse a metro y medio de distancia Sacó un revolver y disparó primero de frente agujereando el diario e hiriendo al político en el pecho. Éste logró levantarse y el italiano le disparó dos veces en la cabeza.

La mujer de Cánovas, Joaquina de Osma, escuchó los disparos y acudió presta al lugar donde se hallaba su marido. El asesino seguía al lado de su víctima con el revolver en la mano. «!Canalla, Asesino!», «He venido a vengar a mis hermanos de Montjuic», espetó el criminal.

¿Quiénes eran sus amigos de Montjuic? Unos anarquistas que habían lanzado el 7 de junio de 1896 un artefacto explosivo en el momento en que la procesión del Corpus atravesaba las calles de Barcelona. Fueron asesinadas 12 personas y otras 70 resultaron heridas.

Sí los anarquistas pretendían atentar contra las autoridades que iban en la procesión, su fracaso fue absoluto. Sólo resultaron muertos o heridos personas sin cargo político alguno, gente corriente. Cinco personas fueron condenadas a muerte y otras nueve a cadena perpetua.

Michelle Angiolillo fue condenado a muerte en un consejo de guerra que se celebró a los 7 días del asesinato. Durante el juicio afirmó que había actuado en solitario aunque existía constancia de que había sido ayudado por independentistas cubanos. Fue ejecutado el 20 de agosto.

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