13 de Septiembre de 1584: la «Última Piedra» del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
Hace 438 años, 13 de septiembre de 1584, que terminó la construcción de la considerada «Octava Maravilla del Mundo», el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial que a bien tuvo ordenar levantar el rey nuestro señor Felipe II. ¿Saben ustedes dónde se colocó la «última piedra»?
Veintitrés años tardó en construirse el Monasterio. La «última piedra» se colocó en el Patio de los Reyes: 64 metros de largo por 38 metros de ancho. Se concibió como antesala de la Basílica del Monasterio y como lugar de unión entre la sabiduría divina y humana.
Los cuatro lados del Patio corresponden actualmente a la Biblioteca, al Real Colegio Alfonso XII de los Padres Agustinos, al Convento y a la gran fachada de la Basílica.
En la fachada de la Basílica del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial se encuentran las estatuas de los monarcas que dan nombre al patio: los seis Reyes de Judá que participaron en la construcción y mantenimiento del templo de Salomón.
Pues bien, la simbólica «última piedra» que se colocó en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial se encuentra ubicada, teniendo de frente la Basílica, a la izquierda, en el último sillar de la cuarta pilastra. He «clareado» la piedra».
Si se tiene buena vista, más bien un buen teleobjetivo, se puede apreciar que la «última piedra» del Monasterio tiene grabada una cruz. Además en el sobretecho se colocó una urna con un pergamino con el día, la hora, los evangelios, el nombre del Rey, del Papá y del Prior.
Otra historia bien conocida son los famosos «ladrillos de oro» del Monasterio. Cuenta la leyenda que durante la obra de su construcción el embajador de Francia le dijo al Rey Prudente que iba a ser imposible terminar una obra tan grande pues no tendría medios para concluirla.
Al terminar la obra, el rey nuestro señor Felipe II mandó traer al embajador y contemplando el Monasterio le dijo que no solo había tenido medios para terminar la obra, sino que había colocado varios ladrillos de oro.
Pues lamento fastidiar la leyenda. Los ladrillos dorados existen pero no son de oro. Son cajas de bronce dorado que contienen reliquias de Santos, entre ellas las de Santa Bárbara. Estas se ubicaron en una de las torres de la Basílica para protegerla de las tormentas.