El 11 de agosto de 1936, en pleno Madrid del Frente Popular, fueron asesinados por miembros de la llamada checa de Bellas Artes Jaime Quiroga y Pardo-Bazán, hijo único de la novelista Emilia Pardo Bazán, y su hijo, Jaime Quiroga y Esteban Collantes, nieto de la escritora, de tan solo 19 años.

Un militar de carrera y heredero del Pazo de Meirás
Jaime Quiroga y Pardo-Bazán, nacido en 1876, era capitán de artillería, escritor ocasional y ostentaba el título de conde de la Torre de Cela. Tras el fallecimiento de su madre en 1921, heredó junto a su familia el Pazo de Meirás, en Sada (La Coruña), símbolo del legado literario y vital de la autora gallega.
En agosto de 1936, padre e hijo fueron detenidos por milicianos y trasladados a la checa de Bellas Artes, sede del Comité Provincial de Investigación Pública, donde estaban representados el PSOE, el PCE, la FAI y otras organizaciones del Frente Popular. No hubo juicio ni acusación formal: la sentencia estaba decidida de antemano.

Un crimen con tintes personales
Entre las circunstancias más sorprendentes figura que uno de los cabecillas y ejecutores del asesinato era hijo ilegítimo del padre de Jaime Quiroga y Pardo-Bazán, José Quiroga Pérez de Deza, lo que añadía un componente de drama familiar a la tragedia.
La última escena
Testimonios como el del periodista Francisco Camba sitúan la ejecución en la Pradera de San Isidro. Otras versiones señalan la Plaza de España o las inmediaciones de San Antonio de la Florida como el escenario final.
“El chaval cayó primero, pero no debió dársele bien porque, al ver a su padre tieso allí al lao, tuvo arranque pa medio erguirse y cubrirlo con la gabardina que él llevaba por los hombros. Natural que no había acabao, cuando otra descarga le da lo suyo (…)”.
Ese gesto, intentando proteger a su padre con su propia ropa, simboliza un acto de amor filial en medio de la barbarie.

Consecuencias y el destino del Pazo de Meirás
Tras la muerte de padre e hijo Manuela Esteban-Collantes, viuda de Jaime Quiroga, quedó en una situación personal y económica complicada. En 1938 la familia vendió el Pazo de Meirás al régimen franquista. La histórica propiedad pasó a ser residencia de verano de Francisco Franco, cerrando uno de los capítulos más trágicos del linaje Pardo-Bazán.
Una memoria que no debe borrarse
Recordar el asesinato de Jaime Quiroga y de su hijo es rescatar una página dolorosa de la historia de España y de la memoria de Emilia Pardo Bazán, cuyo legado quedó marcado, póstumamente, por esta tragedia familiar.