El Asesinato de Viriato: «Roma traditoribus non praemiat” (Roma no paga traidores)

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Viriato

Viriato

Casi al mismo tiempo que los celtíberos se rebelaban contra Roma y se iniciaba el episodio del asedio de Numancia, los lusitanos también se alzaban con su caudillo Viriato al frente.

El nombre Viriato podría proceder del vocablo ibérico viria, emparentado con el celta vitriola que se puede traducir por pulsera o brazalete. Según Diodoro Sículo y Estrabón los pobladores de la Península Ibérica tenían la costumbre de adornarse con brazaletes de oro y plata. Viriato vendría a significar “el portador de brazaletes”. Habría nacido en la zona sur de Lusitania que venía a ocupar el Portugal actual más gran parte de Extremadura, Salamanca y Zamora.

Los lusitanos tenían la costumbre de llevar a cabo razias sobre las tierras más llanas y fértiles de sus vecinos. En definitiva, se dedicaban al bandidaje.

En el año 154 antes de Cristo un caudillo lusitano llamado Púnico encabezó una serie de razias contra los habitantes de la Bética. El cuestor Terencio Varrón trató de terminar con los saqueos, pero fue derrotado por los lusitanos en una batalla en la que seis de sus hombres y el mismo perdieron la vida. Entonces los vetones se juntaron a los lusitanos, cruzaron el Guadalquivir y se emplearon en saquear toda la región entre Cádiz y Almuñécar. Púnico falleció gracias a una pedrada en la cabeza y fue sustituido por otro caudillo llamado Césaro.

Lucio Mummio se llamaba el nuevo pretor que los romanos enviaron a combatir a los lusitanos. Nada más desembarcar los atacó y los lusitanos de Césaro se dieron a la fuga. En realidad era una estratagema para atraer a los romanos a una emboscada. Los romanos perdieron nueve mil hombres en la batalla y tuvieron que guarecerse en un campamento fortificado desde el que lanzaron un nuevo ataque sobre los lusitanos en el que lograron matar a Césaro.

Este último fue sustituido por Cauceno que consiguió que las bandas lusitanas del norte del Tajo se unieran a sus hordas y se lanzó a saquear el Algarve y el norte de Africa.

En el año 152 el pretor de la Ulterior Atilio Serrano llevó la guerra al territorio de los Lusitanos, tomó una población llamada Oxtracas y logró que estos firmaran una paz bajo las condiciones que impuso el pretor. La paz no fue duradera pues otras tribus lusitanas volvieron a las andadas.

En el año 151 el nuevo pretor de la Ulterior se llamaba Publio Servilio Galba. Gracias a un acuerdo con el cónsul de la Citerior, Lucio Licinio Lúculo, los ejércitos de ambas provincias presionaron a los lusitanos y lograron que los lusitanos pidieran la paz.

Galba engañó a los lusitanos prometiéndoles un reparto de tierras fértiles con el supuesto objetivo de que se convirtieran en pacíficos campesinos. A la llamada de Galba acudieron unos treinta mil lusitanos. Fueron distribuidos en tres campamentos exigiéndoles los romanos que entregaran sus armas en señal de amistad. Una vez asentados los lusitanos fueron rodeados por el ejército romano. Galba ordenó atacarlos. Nueve mil lusitanos fueron acuchillados y otros veinte mil fueron hechos prisioneros y vendidos en la Galias. Los que murieron lo hicieron en una zanja con la que los habían rodeado los romanos: mataron por igual a hombres, mujeres y niños. Uno de los que se pudo escapar de aquella celada se llamaba Viriato.

Viriato se convirtió en el caudillo de los lusitanos en el año 147 antes de Cristo. Diseñó una táctica que consistía en rápidos ataques, emboscadas y guerrillas gracias a la cual logró vencer a varios ejércitos romanos de más de 15.000 hombres. Ese mismo año logró vencer al ejército del pretor Cayo Vetillo gracias a emboscar a sus tropas en el desfiladero del río Barbesuda logrando causar 4000 bajas romanas incluida la vida del pretor. Esta victoria permitió a los lusitanos saquear la Carpetania y atacar a destacamentos romanos en el Guadiana y en el Tajo.

En el año 146 Viriato logró vencer a los ejércitos del pretor Cayo Plaucio en Carpetana y del gobernador de la Citerior, Claudio Unimano. También atacó la ciudad de Segobriga cerca de la actual Saelices en Cuenca. Los lusitanos robaron los rebaños a sus dueños y aniquilaron a todo aquel que se cruzó en su camino.

Los lusitanos atacaron también las tierras de los arévacos cercanas a la actual Segovia donde se apoderaron de mujeres y niños como rehenes. Dado que los arévacos no quisieron traicionar su alianza con los romanos, Viriato hizo que los ejecutaran.

En el año 145 el Senado de Roma nombró al cónsul Fabio Máximo Emiliano para que tratase de derrotar a Viriato. El cónsul se presentó en Hispania con un ejército formado por quince mil infantes y dos mil jinetes, la gran mayoría eran soldados bisoños. Por eso se dedicó durante un año a prepararlos para la guerra.

Al año siguiente atacó a Viriato. Arrebató a Viriato dos poblaciones de las que se había apoderado y persiguió a los lusitanos hasta un lugar llamado Bécor que no está plenamente identificado. Viriato tuvo que abandonar la provincia romana Ulterior.

En el año 143 le tocó enfrentarse a Viriato al pretor Quinto Pompeyo. El lusitano logró una alianza con los celtíberos arévacos, titios y belos, que se encontraban luchando contra Roma en Numancia. Las tropas de Quinto Pompeyo obligaron a Viriato a refugiarse en el monte de Venus donde los romanos lograron una victoria, pero de escasa importancia.

Al año siguiente fue nombrado cónsul Fabio Máximo Serviliano que llevó a Hispania un ejército formado por dos legiones. De nuevo Viriato fue expulsado de la provincia Ulterior decidiéndose Serviliano por llevar la guerra a los territorios originarios de los lusitanos. Invadió Lusitania y atacó Erisana, una ciudad cuyo emplazamiento exacto ahora mismo se desconoce. Viriato logró que parte de su ejército se introdujera en el campamento romano por la noche. Al amanecer atacaron a los romanos y lograron ponerlos en fuga con la mala suerte de que quedaron encerrados en un valle rodeado de barrancos.

Fabio Máximo Serviliano no le quedó otra salida que rendirse. Viriato impuso a los romanos unas condiciones más que razonables: retirada de Lusitania, reconocimiento de la independencia de su territorio y el título de amito y aliado del pueblo romano. El Senado de Roma aprobó el acuerdo.

Serviliano será sustituido por su hermano Quinto Servilio Cepión. Por razones que ahora mismo desconocemos detestaba el acuerdo que se había llegado con Viriato y lo denunció ante el Senado que le animó a romper el tratado. A base de provocaciones logró que se iniciaran de nuevo las hostilidades. Dos ejércitos romanos se lanzaron contra los lusitanos: el del procónsul Cepión y el del procónsul de la Citerior, Marco Popilio Lenas. Ante la superioridad numérica del enemigo Viriato se vio obligado a tratar de alcanzar una paz con los romanos.

Cepión envió a tres turdetanos de la máxima confianza de Viriato como embajadores: Audax, Ditaico y Minuro. Les prometió grandes riquezas y tierras si lograban asesinar a Viriato. Era el 139 antes de Cristo. Los sujetos lograron asesinar a Viriato cuando se encontraba durmiendo en su tienda mediante una puñalada en el cuello.

Es famosa la leyenda de que cuando los tres asesinos acudieron a Cepión para que les pagara la recompensa, este e respondió “Roma traditoribus non praemiat” (Roma no paga traidores). Parece una frase más propia de una película de Hollywood que de la realidad.

Tras los funerales debidos a Viriato, sacrificios humanos incluidos, los lusitanos volvieron a la lucha con un nuevo jefe al frente llamado Tántalo que pronto fue derrotado por los romanos. De todas formas los lusitanos siguieron guerreando contra los romanos hasta tiempos de Augusto cuando se logró la pacificación total.

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