Ramiro I de Asturias, el que cegó a Nepociano
Ramiro I de Asturias sucedió a Alfonso II el Casto que había fallecido sin descendencia como hemos explicado con anterioridad en el año 843. La mayoría de los autores que se han ocupado de su reinado entienden que la relación entre Ramiro y Alfonso fue amistosa, pues este último debía el trono a Vermudo, padre de Ramiro. Esa es una de las razones por las que Ramiro estuvo siempre cerca de Alfonso y por ello este le habría nombrado sucesor o al menos, le dejó como favorito para ser elegido.
Lo que sí parece claro es que Ramiro cuando falleció Alfonso II se encontraba en el territorio que por entonces se conocían por Bardulia y donde se supone que nacería Castilla. Había acudido allí para casarse con su segunda mujer después del fallecimiento de la primera llamada Urraca y con la que había tenido a su futuro heredero Ordoño. Su segunda mujer se llamaba Paterna y con ella tuvo dos hijos: García y Aldonza.
El caso es que el cuñado de Alfonso II, un tal Nepociano que estaba casado con una hermana del Rey Casto, trató de hacerse con el trono rebelándose contra Ramiro contando con el apoyo de los nobles Androito y Piniolo además de grupos de astures y de vascones. Ramiro logró reunir un ejército en Galicia y los ejércitos de los dos rivales se citaron en Cornellana, en el puente del río Narcea. El caso es que Nepociano quedó peor que “Cagancho en Almagro” pues su ejército le retiró su apoyo y no quiso luchar. Ramiro apresó al rebelde, lo cegó y lo hizo ingresar en un monasterio.
Androito y Piniolo no corrieron mejor suerte. El primero acabó con Nepociano en su celda y el segundo fue ajusticiado junto con sus siete hijos.
Durante su reinado habría tenido lugar la legendaria Batalla de Clavijo: aquella en la que se habría aparecido Santiago apóstol dirigiendo a las tropas cristianas como Santiago Matamoros. Todo indica, al igual que el tributo de las Cien Doncellas, que la batalla nunca tuvo lugar y que se trata de una leyenda que caló profundamente en el espíritu de la Reconquista. En agradecimiento a la victoria, Ramiro II había instituido el llamado “voto de Santiago” que obligaba a los cristianos a peregrinar a Santiago de Compostela, al lugar donde se encuentra la tumba del apóstol.
En el año 844 aparecieron en las costas de Gijón, los llamados vikingos, los normandos. Saquearon la ciudad asturiana y se dirigieron a Betanzos y La Coruña. Ramiro envió un ejército a las costas gallegas que les hizo regresar a sus naves, las cuales quedaron muy mermadas: setenta de ellas ardieron frente a las costas gallegas. Los vikingos tomaron camino de Lisboa, llegaron hasta Algeciras y después remontaron por el Guadalquivir hasta Sevilla, donde anduvieron causando graves daños durante un mes hasta que fueron vencidos por los musulmanes de Abderramán II en la batalla de Tallades y regresaron a sus tierras.
En el año 845 Ramiro habría rebasado la línea de la frontera con los musulmanes que en aquel momento se hallaría en la cordillera cantábrica llegando hasta la actual León, que en tiempos de la Hispania romana albergó la Legio VII “Germina”, tratando de repoblar la ciudad y la zona. Pero en el año 846 un ejército enviado por Abd al Rahman II alcanzó León e hizo que los escasos pobladores que hasta allí habían llegado tuvieran que abandonar la zona.
Ramiro I mandaría construir a las afueras de Oviedo, en la ladera sur del monte Naranco, el Aula Regia de su palacio. Este edificio estaba unido a la cercana Iglesia de San Miguel de Lillo que se encuentra a cien metros. El derrumbamiento de la cabecera y de parte de las naves de San Miguel hizo que el Aula Regia se transformara en Santa María del Naranco, uno de los más extraordinarios monumentos del prerrománico.
De San Miguel de Lillo solo se conserva una tercera parte de lo que fue una basílica: el vestíbulo y el arranque de sus tres naves. También fue construida en tiempos de Ramiro I de Asturias.
Ramiro I de Asturias, falleció tras sufrir altas fiebres en su palacio cercano a Santa María del Naranco el 1 de febrero del año 850. Fue sepultado en el Panteón de Reyes de la Iglesia de Nuestra Señora del Rey Casto junto a su esposa Paterna.
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