Latinos o Hispanos
De un tiempo a esta parte, sobre todo desde los Estados Unidos, se ha extendido el uso del término latinos para referirse a los pueblos de Hispanoamérica.
Pero, ¿de dónde procede realmente este término aplicado a los hispanos?
La noción de “América Latina” fue impulsada en el siglo XIX por intelectuales y políticos franceses, especialmente bajo el Segundo Imperio de Napoleón III. Uno de los principales difusores de esta noción fue Michel Chevalier (1806-1879), economista y político francés, consejero de aquel monarca. Chevalier popularizó el concepto de Amérique latine en sus escritos tras viajar por Estados Unidos y América, presentándolo como una “familia de naciones latinas” opuesta a la “raza anglosajona”. Detrás de esta formulación había una clara intención política: ofrecer una justificación cultural a la intervención de Francia en el continente, especialmente en México, y disputar a España la herencia histórica de los territorios hispanoamericanos.
Sin embargo, esta categoría nunca fue inocente: respondía a intereses geopolíticos, diluyendo la herencia española en un magma “latino” en el que Francia pretendía jugar un papel central. En realidad, fue un invento galo para encubrir que nada tuvo que ver con el descubrimiento y la conquista de América.
La herencia hispana
Los pueblos de América no son fruto de una vaga “latinidad”, sino de una historia compartida con España:
- Una lengua común, el español, que une desde California hasta la Patagonia.
- Una tradición jurídica, cultural y religiosa enraizada en la herencia hispana.
- Una historia de mestizaje que dio lugar a sociedades nuevas, con identidad propia, pero marcadas por el sello español.
No fue Julio César quien cruzó el Atlántico, sino hombres como Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid, Diego de Almagro, Hernando de Soto, Pedro de Valdivia, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Francisco Vázquez de Coronado, Gonzalo Jiménez de Quesada, Juan Ponce de León, Juan de Garay o Francisco de Orellana.
Reducir todo esto al término “latino” es borrar el vínculo histórico con España, ocultar siglos de historia común y presentar una identidad artificial.
El uso político en EE.UU.
En Estados Unidos, el término “latino” se popularizó en el siglo XX como categoría estadística para englobar a inmigrantes procedentes de Hispanoamérica y Brasil. Pero al hacerlo, se arrasó con las diferencias culturales, históricas y nacionales.
Así, un descendiente de mexicanos, un cubano y un brasileño quedan metidos en el mismo saco de “latinos”, cuando en realidad no comparten la misma lengua ni la misma historia. Para colmo, se invisibiliza la palabra hispano, que sí refleja la herencia cultural común de la mayoría.
Una confusión interesada
Llamar “latinos” a los hispanoamericanos no es solo una cuestión terminológica: es una operación ideológica. Supone diluir la identidad hispana, desvincular a los pueblos de América de su pasado común con España y, en última instancia, desarraigarlos de su verdadera tradición cultural.
La categoría de “latino” es útil para la burocracia estadounidense y para ciertos discursos ideológicos, pero empobrece la realidad histórica. Los pueblos hispanoamericanos tienen nombre propio: son hispanos.