La Batalla de Covadonga, el inicio de la Reconquista
El 28 de mayo de 722, Pelayo, junto a unos 300 montañeses, vence a un ejército musulmán en Covadonga, Asturias. Pelayo había sido espatario, es decir, miembro de la guardia real del rey visigodo Witiza o Vitiza. Hoy hace 1300 años da comienzo la Reconquista.
¿Y quién estableció que la batalla de Covadonga tuvo lugar el 28 de mayo de 722? Claudio Sánchez Albornoz después de investigar las fuentes árabes: «Y los musulmanes hubieron de luchar con los astures acaso el día de Arafa del año 103 de la hégira, es decir, el 28 de mayo de 722».
Según las crónicas cristianas, en el año 722 el territorio asturiano estaba dominado por el gobierno de Munuza. Pelayo habría llegado a Asturias después de la batalla del Guadalete junto a una hermana suya, sometiéndose en principio al poder del gobernador Munuza.
Pelayo habría sido enviado a Córdoba por Munuza con una legación. Aprovechando la ausencia del visigodo, Munuza se habría casado con su hermana a la fuerza. A la vuelta de Córdoba, Pelayo se declara abiertamente contra aquella unión, se enfrenta al gobernador y se lanza a iniciar una rebelión.
Al iniciarse la rebelión Pelayo casi es apresado, pero logra escapar y atravesar el rio Piloña sobre su caballo refugiándose en los Picos de Europa. Allí va convenciendo a los montañeses del lugar para que vayan adhiriéndose a su causa, contraria a la dominación musulmana.
Según Sánchez Albornoz la rebelión habría comenzado en el año 718 pero no es hasta el año 722 que los musulmanes envían una expedición de castigo contra los cristianos al mando del general Alkama y el Obispo Oppas, un noble visigodo aliado de los islámicos.
Según las fuentes cristianas el ejército musulmán estaba formado por 187.000 soldados, cifra que resulta bastante exagerada. Pelayo y los suyos no superarían los 300. Estos prepararon una emboscada frente al asedio musulmán que acabó en éxito.
‘Īsà ibn Ahmad al-Rāzī: «Durante el gobierno de ‘Anbasa ibn Suhaym al-Kalbī, se alzó en Gallaecia un bárbaro despreciable llamado Pelayo, que fue el primero entre los cristianos en mostrar resistencia.»
Los guerreros cristianos atrajeron al enemigo hacia la zona más angosta del monte Auseva y aprovecharon en su beneficio lo estrecho de sus desfiladeros para presentar combate. Pelayo colocó en lo alto hombres armados con piedras y usó una amplia cueva como refugio de arqueros.
Cuenta la leyenda que durante la batalla de Covadonga se abrieron los cielos y se distinguió una figura. Era una cruz. Pelayo entonces juntó dos palos de roble en forma de cruz. Los alzó sobre el campo de batalla en el que se situaban los musulmanes y llovieron piedras sobre ellos.
Otra versión de la leyenda dice que cuando Pelayo alzó la cruz en el campo de batalla, el general musulmán (Alqama), falleció y los musulmanes al ver esto se retiraron y huyeron de la batalla.
La cruz de madera que alzó Pelayo en Covadonga,según la leyenda, se encontraría en el interior de la Cruz de la Victoria que mandada forjar Alfonso III el Magno en torno al año 900 y que hoy se halla en la Santa Catedral Basílica de Oviedo.
La Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias, ha llegado a nuestros días de milagro, pues los revolucionarios de izquierdas que protagonizaron el golpe contra la Segunda República en octubre de 1934 volaron con explosivos la Catedral de Oviedo.
Al final de la batalla el general Alkama estaba muerto, el Obispo Oppas prisionero y se había consolidado el primer núcleo local resistente al poder musulmán en Cangas de Onís, origen de una dinastía de reyes que comenzaron a ganar terreno a los musulmanes en la Península Ibérica.
Así es y será basta un solo hombre para mover un ejército. Salvé María arriba España.