Francisco de Orellana, su odisea al descubrir el río más caudaloso del mundo y las guerreras amazonas
¿Saben ustedes que los primeros europeos que navegaron por las aguas del río Amazonas fueron españoles? ¿Qué al frente de la expedición iba Francisco de Orellana que bautizó el río con el nombre de Amazonas debido a que tuvo un enfrentamiento con unas mujeres guerreras?
Francisco de Orellana, nacido en Trujillo como Francisco Pizarro, descubrió el río más caudaloso del mundo en mayo de 1542. Había partido de Quito en busca del «país de la Canela» como segundo de Gonzalo de Pizarro, que había formado un ejército de 200 españoles y 4000 indios.
Quito se encuentra a 3000 metros de altura. Desde allí bajaron hasta la selva ecuatoriana en una penosa travesía por la cordillera andina en la que pereció la mitad de la expedición. Al llegar donde se suponía que podía estar el País de la Canela, solo encontraron hambre y penuria.
Estamos en 1541. Orellana se encuentra en la selva ecuatoriana junto a Gonzalo Pizarro en la ribera del río Coca. No tienen comida. El hermano de Francisco, conquistador del Perú, ordena a Orellana que construya una embarcación y descienda por el río Coca en busca de alimentos.
Durante un mes, Gonzalo Pizarro, Orellana y los demás expedicionarios se dedican a construir un bergantín al que llamarán San Pedro. Tanto arrecía el hambre que se tienen que comer varios de sus caballos. Pizarro ordena a Orellana que busque comida y vuelva en quince días.
Orellana se embarca en el San Pedro junto a 57 hombres armados con arcabuces y ballestas con la intención de regresar. Bajaron por el río Coca, siguieron por el río Napo, llegan al río Amazonas y llegan a su desembocadura el 26 de agosto de 1542.
Orellana y sus hombres recorrieron navegando por aguas fluviales 4800 kilómetros. Cuando llevaban 1200 kilómetros de travesía decidieron que a esas alturas era imposible remontar el cauce y prestar la ayuda que necesitaban Gonzalo Pizarro y sus hombres.
Por supuesto, Gonzalo Pizarro se agarró un enfado de órdago y escribirá una carta de regreso a Quito al Emperador y Rey Carlos acusando a Orellana de traidor. Solo volvieron 80 hombres de los 4.200 que habían partido.
Durante la travesía Orellana y sus hombres se encuentran con tribus pacíficas q les proporcionan comida y otras directamente hostiles. En mayo de 1542, estando ya en el Amazonas, cuenta Fray Gaspar de Carvajal que tienen que enfrentarse con 2000 indios saliendo vivos de milagro.
El 24 de junio de 1542 es cuando se encuentran con una tribu liderada por mujeres: «Estas mujeres son muy blancas y altas y tienen el cabello muy largo, trenzado y enrollado sobre la cabeza, y son muy robustas y van desnudas pero con las partes íntimas cubiertas.”
Según cuenta Carvajal, integrante de la expedición, “nosotros mismos las vimos luchando delante de los hombres indios y ellas luchaban con tanto valor que los indios no se atrevían a huir.» Nuestros protagonistas vuelven a salir del nuevo encuentro hostil vivos de milagro.
En agosto de 1542 llegan a la desembocadura del Amazonas con el Atlántico. Han tenido que construir tres embarcaciones para alcanzar el océano y precisamente en la desembocadura sufren otra emboscada india: en esta ocasión Orellana pierde un ojo gracias a un flechazo.
La odisea termina después de una navegación que dura un mes por el océano Atlántico. La expedición se había dividido en dos barcos: el San Pedro y el Victoria. Ambos barcos arriban a la isla Cobagua que pertenece a la actual Venezuela y se encuentra en el mar Caribe.
En diciembre de 1542 Orellana y doce de sus hombres regresan a España. Logra convencer de su recto proceder cuando no pudo regresar a socorrer a Pizarro. Se le encomienda que vuelva al río Amazonas como gobernador de lo descubierto pero muere en el intento de remontarlo.
Gracias por compartir tan fantástica historias
. El 12 de mayo llegaron a Machiparo, se or o de un cacique al mando de 50.000 hombres en una tierra confinante con la m tica Omagua, donde los nativos se aplanaban las frentes. Los espa oles pasaban hambre porque los indios les imped an abordar las orillas del r o para abastecerse. Cuando los dos bergantines llegaron al puerto de Oniguayal, a 340 leguas de Aparia, resolvieron tomar el poblado sito en una loma con sus arcabuces y ballestas. Al final se aprovisionaron de un bizcocho muy bueno, es decir, de pan de cazabe. Orellana ten a ya muy clara la importancia del r o que les llevaba. Los afluentes eran descomunales, y el Mara n, en el punto en que recibe al Ucayali, se apareci a la imaginaci n de los espa oles como uno de los cuatro r os del Para so. El d a de la Ascensi n, los espa oles afrontaron otro r o con tres grandes islas, al que llamaron r o de la Trinidad. No se detuvieron ah , y en el siguiente pueblo se asombraron por la loza vidriada de los indios, que les pareci tan buena como la de M laga, y por sus enormes dolos tejidos de plumas. Las gentes ten an grandes orejas dilatadas, como los orejones del Cuzco. Y siguieron caminando , que es como describ a Carvajal a los espa oles cuando iban remando y no se dejaban arrastrar por la corriente. En un pueblo que med a dos leguas de largo (unos nueve kil metros), a Orellana le contaron que el rey de Paguana era rico en plata y pose a ovejas como las del Per . Eso ratificaba la idea de que los indios de las sierras del Per ten an dominio en tierras amaz nicas y que, por tanto, all pod an encontrarse las m ticas reservas de oro de los incas. Claro que Orellana no encontr oro ni vicu as en el Amazonas, sino pi as, aguacates o guanas (tal vez guan banas o guayabas). Seg n Carvajal, el r o en aquella zona ten a tal anchura que hab a momentos en que no se divisaba la orilla opuesta. Tras Paguana, los espa oles entraron en otra provincia y Orellana mand once hombres en canoas a reconocer las islas del Cacao, cerca de Leticia, y a otras partes de la Aparia Mayor, el trapecio amaz nico donde actualmente convergen tierras colombianas, peruanas y brasile as. Orellana guard un buen recuerdo de ese lugar, donde no les faltaron los huevos de tortuga para comer. El 3 de junio descubrieron un r o de aguas como tinta, que Orellana bautiz precisamente como r o Negro, nombre que ha perdurado hasta nuestros d as. Durante veinte leguas los espa oles de Orellana vieron que el color de las aguas del Negro no se dilu a en el r o Solimoes, nombre del Amazonas en esa parte de Brasil . , relata Carvajal. Pero la odisea del Amazonas no hab a acabado para Orellana. Tres a os despu s, ya en calidad de gobernador de la provincia de Nueva Andaluc a como se denomin al territorio entre el Orinoco y el Amazonas , volvi al r o que hab a conquistado, se intern por su boca y muri en noviembre de 1546 en alg n lugar del que no se tiene constancia, ni cruz ni tumba. Aunque el nombre de Francisco de Orellana no se encuentra escrito en el agua, sino en lo m s alto de la historia de las exploraciones.
A partir de aquel punto pocas aldeas encontraron donde sus habitantes les prestaran apoyo, y mas bien debieron tomarlo por la fuerza, pero el 5 de junio de 1542 el cronista Gaspar de Carvajal comenta que llegaron a un asentamiento en cuya plaza encontraron dos leones. El dominico afirma en su libro que uno de sus habitantes les aseguro ser tributario de las Amazonas ( De Carvajal, 1944, p. 36 y 37). Estos detalles siempre han suscitado dudas sobre la veracidad del relato que continua siendo aun mas extrano. Los dias 24 y 25 encontraron a dichas Amazonas y entablaron combate con ellas. Segun el cronista de la expedicion, Francisco de Orellana decidio emplear su superioridad tecnologica desde los primeros momentos y ordeno rechazar el ataque con ballestas y disparos de arcabuces ( De Carvajal, 1944, p. 37). Gracias a esas armas se logro disuadir a las mujeres y continuar el avance con solo un herido, que resulto ser el propio cronista, que fue alcanzado en un ojo ( De Carvajal, 1944, p. 37).