La imagen de Felipe II vestido siempre de negro ha quedado grabada en la memoria y en la iconografía del Siglo de Oro. Retratos de Tiziano, Sánchez Coello, Pantoja de la Cruz o Sofonisba Anguissola nos lo muestran con jubones, capas y golas negras, reforzando su fama de rey austero y distante. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja: el negro no era luto ni superstición, sino un símbolo de lujo, poder y propaganda.

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El negro como símbolo de riqueza
En el siglo XVI, conseguir un negro intenso y duradero en los tejidos era una tarea complicada. Los tintes disponibles en Europa no se fijaban bien y tendían a desteñirse, de manera que mantener ese color exigía un gasto constante en telas nuevas o en tratamientos especiales.
Por eso, vestir de negro era un lujo reservado a los más poderosos. No era un signo de humildad, sino de ostentación. Solo las élites podían lucir prendas que permanecieran con ese tono profundo y uniforme.
Si, además, quien lo hacía era el monarca más poderoso de la Cristiandad, la consecuencia era inevitable: el negro se convirtió en la moda dominante en las cortes europeas, desde Madrid a Bruselas, Milán o Viena.
La influencia borgoñona y la etiqueta cortesana
Felipe II heredó de su padre, Carlos V, no solo un imperio en el que “nunca se ponía el sol”, sino también la etiqueta de la Casa de Borgoña. En ella, el negro era el color de gala y de formalidad por excelencia.
Esta herencia borgoñona marcó profundamente el ceremonial de la monarquía hispánica. En la corte de Felipe II, el negro representaba sobriedad, contención y solemnidad, cualidades que encajaban con la personalidad del rey y con la imagen que quería transmitir de su reinado.
El palo de Campeche: la clave del tinte negro
La llegada de productos del Nuevo Mundo permitió mejorar los tintes europeos. Entre ellos destacó el palo de Campeche, un árbol espinoso que alcanza hasta 15 metros de altura y cuyo tronco retorcido contiene una savia de gran poder colorante. Crece principalmente en Yucatán, Campeche y Tabasco.
De esta madera se obtenía un tinte resistente, capaz de fijar el negro con mayor intensidad y duración que los métodos anteriores. Gracias a él, Felipe II podía vestir de negro sin que sus ropas perdieran color con facilidad. No es exagerado decir que el comercio transatlántico sostuvo, también en lo estético, la imagen de la monarquía católica.

Religión, política y propaganda
Felipe II era un rey profundamente católico y serio. El negro no solo comunicaba riqueza, sino también piedad, recogimiento y gravedad, en sintonía con el espíritu de la Contrarreforma.
La iconografía de un monarca vestido de negro reforzaba la idea de un rey piadoso, imperturbable, dedicado al gobierno y no a la frivolidad. Frente a los monarcas de otras cortes europeas —que lucían colores vivos, plumas y bordados llamativos—, Felipe II proyectaba sobriedad, contención y disciplina.
Era, en definitiva, una forma de propaganda política: el monarca universal debía diferenciarse, ser único, y su vestimenta contribuía a esa distancia majestuosa que lo separaba de sus súbditos y de los demás príncipes europeos.
Las insidias extranjeras
Como el rey más poderoso de su tiempo, Felipe II se convirtió en el objetivo de una incesante campaña de desprestigio por parte de sus enemigos. Lo que no podían lograr en el campo de batalla o en la diplomacia, lo buscaban en el terreno de la propaganda.
De ahí nacieron buena parte de las exageraciones de la Leyenda Negra, que lo pintaba como un monarca sombrío, fanático y cruel. Incluso su manera de vestir se utilizó para reforzar esa imagen de un rey fúnebre y opresivo.
La realidad, sin embargo, es que Felipe II vestía de negro no por luto, sino porque era la moda más cara, exclusiva y solemne de su tiempo. Una moda que, con él al frente, terminó imponiéndose en toda Europa. Felipe II vestía de negro porque ese color representaba riqueza, solemnidad, religiosidad y poder, y porque su corte borgoñona lo había convertido en el tono de gala más prestigioso. Gracias al comercio con el Nuevo Mundo, el tinte del palo de Campeche permitió consolidar esa imagen