Cautiverio Cervantes en Argel

Miguel de Cervantes en Argel: Historia frente a ficción cinematográfica

Miguel de Cervantes Argel

La captura en el Mediterráneo

El 26 de septiembre de 1575, cuando regresaba de Nápoles rumbo a España tras varios años de servicio militar en los gloriosos Tercios y partirse el cobre en la batalla de Lepanto, Miguel de Cervantes viajaba en la galera Sol, acompañado de su hermano Rodrigo. Frente a las costas catalanas, la embarcación fue atacada por una flotilla de corsarios berberiscos al mando de Arnaut Mamí.

Entre los documentos personales de Cervantes se encontraban cartas de recomendación de don Juan de Austria y del duque de Sessa, que hicieron creer a sus captores que se trataba de un personaje de alto valor. Ese detalle fue decisivo: mientras su hermano Rodrigo fue tasado con rapidez y liberado en 1577 tras un rescate más asequible, el precio impuesto para Cervantes ascendió a 500 escudos, una suma elevadísima para la época.

Cinco años de cautiverio

Cervantes pasó casi cinco años como prisionero en Argel (1575-1580). Durante ese tiempo estuvo bajo distintos dueños, primero Dalí Mamí y luego el gobernador Hasán Bajá. Sus años en tierras magrebíes se caracterizaron por las penurias, la incertidumbre y los reiterados intentos de fuga.

Se conocen cuatro evasiones frustradas: en una trató de huir por mar hacia Orán con varios compañeros; en otra se escondió en una cueva costera a la espera de auxilio español. En todas ellas fue descubierto, castigado y a punto estuvo de ser ajusticiado.

Finalmente, en septiembre de 1580, gracias a la intervención de los frailes trinitarios Juan Gil y Antonio de la Bella, se logró reunir la suma exigida y Cervantes recuperó la libertad. Regresó a España con casi cuarenta años, marcado por la experiencia, que dejó reflejada en obras como El trato de Argel, Los baños de Argel o la célebre “Historia del cautivo” incluida en el Quijote.

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Crítica a la visión de Amenábar

En su reciente película El cautivo, Alejandro Amenábar ha introducido la hipótesis de una relación homosexual entre Cervantes y su captor Hasán Bajá. El propio director ha reconocido que no se trata de un hecho histórico documentado, sino de una licencia narrativa inspirada en especulaciones modernas.

Sin embargo, conviene recordar que ninguna fuente contemporánea —ni testimonios de la época, ni documentación en los archivos de Simancas o de órdenes religiosas como la Trinitaria— avala tal relación. Lo que sí se documenta con claridad son las penurias del cautiverio, las fugas fallidas y la heroicidad de Cervantes al asumir riesgos por salvar a otros.

La propuesta de Amenábar, al convertir una conjetura moderna en eje argumental, corre el riesgo de desvirtuar la memoria y oscurecer el verdadero legado del escritor: su capacidad de resistencia, su ingenio para sobrevivir y la huella imborrable que dejó en su literatura.

Historia frente a ficción

El cautiverio de Cervantes en Argel es uno de los episodios más decisivos de su vida y explica buena parte de su obra posterior. No necesita adornos ni reinterpretaciones para resultar apasionante. La verdad histórica ya contiene drama, sacrificio y épica suficientes.

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