Juan de Mariana y la justificación del tiranicidio
Juan de Mariana fue un hombre polémico para su tiempo: defendía que el tiranicidio estaba justificado cuando el gobernante se comportaba como un déspota. Nació el 2 de enero de 1536 en Talavera de la Reina y falleció en Toledo el 17 de febrero de 1624 teniendo por tanto como reyes durante su vida al emperador y rey Carlos, Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Era el hijo natural de Bernardina Rodríguez y de Juan Martínez de Mariana, sacerdote y deán de la colegiata de Talavera de la Reina.
A los 17 años comenzó sus estudios de teología en Alcalá de Henares. Al mismo tiempo se hizo novicio de la Compañía de Jesús, es decir, de los Jesuitas. Se ordenó como sacerdote en 1554 y curso estudios en Roma y en París donde también ejerció como profesor. En 1578 se instaló en el Colegio de la Compañía de Jesús en Toledo.
Fue el autor de la obra «De Monetae Mutatione» (Sobre la alteración de la moneda), donde escribe sobre la inflación y la devaluación de la moneda. Fue uno de los primeros economistas en argumentar contra la manipulación de la moneda por parte de los gobiernos, sentando las bases para lo que más tarde se conocería como la Teoría Cuantitativa del Dinero. También escribió «Historiae de rebus Hispaniae» (Historia de España), donde narra la historia de la Península Ibérica desde antigüedad hasta el siglo XVII.
Pero su obra más famosa es su tratado «De rege et regis institutione» (Sobre el rey y la educación del rey), publicado en 1599 donde defiende que los monarcas deben ser responsables ante la ley y el bien común y justifica que puedan ser apartados del poder si se comportan como un tirano pudiendo estar justificado en casos extremos su asesinato, el tiranicidio.
Mariana sostiene que el poder del rey proviene de Dios a través del pueblo; por lo tanto, el rey es un administrador de este poder y debe actuar en beneficio del pueblo. El tiranicidio solo se justifica cuando todos los demás medios pacíficos para corregir al tirano han fallado. Mariana argumenta que esto no es un acto de subversión, sino una defensa del orden natural y divino.