El Solsticio de Invierno, la Navidad y los Nacionalsocialistas
Recordar a aquellas mentes “progresistas”, como los de Podemos de Fuencarral que celebran el Solsticio de Invierno en vez del nacimiento del niño Dios, que los nacionalsocialistas alemanes, los nazis, ya tuvieron la ocurrencia de conmemorar la llegada de los días más largos.
Adolf Hitler trató de transformar la celebración de la Navidad para alinearla con la ideología nacionalsocialista por dos motivos:
- El nacimiento de Jesús, un judío, no casaba con la doctrina racista nacionalsocialista.
- Deseaba regresar a unas supuestas tradiciones precristianas germánicas que celebraban la llegada del solsticio de invierno el 21 de diciembre. La Navidad se sustituía por la “Julfest”.
El nacimiento de Jesús se cambió por una jornada en la que se reverenciaba al sol.
“Efectivamente, en el 25 de diciembre se conmemoraba el ‘día del nacimiento del sol invencible’ es decir, el día en que este astro, después de ir acortando su presencia desde el solsticio de verano, parecía recobrar nuevamente sus fuerzas tras el periodo agónico del otoño y la muerte invernal” (José Lesta – El enigma nazi).
Por supuesto, la esvástica sustituyó a la estrella en los árboles de Navidad, el dios Odín remplazó a Santa Claus como repartidor de regalos y las letras de los villancicos se modificaron para eliminar referencias cristianas, centrándose en la naturaleza, la raza aria, y la glorificación del Führer. Por ejemplo, en el famoso villancico “Noche de Paz” los nazis cantaban «…todo duerme…Adolf Hitler vela por el destino de Alemania».
Así que ya saben amigos “progresistas” los nazis se les adelantaron en la bobada de celebrar el Solsticio de Invierno. Aquellos “simpáticos” socialistas de derechas trataban de mostrar la superioridad aria, eliminando los elementos cristianos que se consideraban ajenos a la cultura germánica. Por lo que sea veían al cristianismo como una potencial amenaza a su ideología totalitaria.
Como suele pasar en las dictaduras, los alemanes siguieron celebrando la Navidad, aunque de forma más que discreta, en la intimidad de sus casas. Las iglesias resistieron estos cambios, manteniendo las tradiciones cristianas, pero en los espacios públicos y educativos, el partido en el poder presionó para adoptar las nuevas costumbres nacionalsocialistas.