A finales del siglo XV, el Reino nazarí de Granada era el último vestigio musulmán en la península ibérica. Su existencia pendía de un frágil equilibrio: por un lado, las crecientes ofensivas de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón; por otro, las luchas internas que enfrentaban a la propia dinastía nazarí.
En 1482, Muhammad XII, conocido como Boabdil o “el Rey Chico”, había logrado hacerse con el trono tras rebelarse contra su padre, Mulay Hacén. Sin embargo, su autoridad se vio cuestionada tanto por su progenitor como por su tío, Muhammad XIII, El Zagal, iniciándose una guerra civil que debilitó gravemente al reino.
La expedición de Lucena
En este contexto, Boabdil decidió emprender una incursión militar en tierras castellanas para reforzar su prestigio. En la primavera de 1483, reunió a unos 7.000 hombres y marchó contra la villa de Lucena (Córdoba).
La localidad estaba bajo la defensa de Diego Fernández de Córdoba, alcaide de los Donceles, un noble de la poderosa casa de Aguilar y pariente del famoso Gran Capitán. Ante el avance musulmán, organizó rápidamente la resistencia con refuerzos de milicias locales y tropas castellanas.
El choque se produjo en las inmediaciones del río Anzur, donde las fuerzas de Boabdil fueron derrotadas. La retirada se convirtió en desbandada y, en la huida, el propio sultán cayó de su caballo y fue hecho prisionero.
El cautiverio y la política
Boabdil fue conducido a Córdoba, donde el 2 de septiembre de 1483 fue presentado ante los Reyes Católicos. La captura fue celebrada en Castilla como un triunfo estratégico.
Pero Isabel y Fernando no se conformaron con exhibir a un enemigo derrotado: vieron en Boabdil una herramienta política. Lo liberaron con condiciones muy duras:
- Reconocer el vasallaje a Castilla.
- Entregar a su hijo como rehén.
- Pagar un tributo anual.
- Ceder plazas fronterizas de valor estratégico.
Boabdil aceptó el acuerdo, buscando así mantener su posición frente a su padre y su tío, aunque al precio de subordinarse a los Reyes Católicos.
Consecuencias de la captura
El apresamiento de Boabdil supuso un punto de inflexión en la guerra de Granada. Mientras los cristianos ganaban tiempo y ventaja, el reino nazarí se fragmentaba en facciones rivales incapaces de presentar una defensa unida.
El acuerdo de 1483 se rompió de facto en 1486, cuando Boabdil dejó de cumplir las condiciones impuestas y trató de reafirmar su independencia. Desde entonces, su relación con los Reyes Católicos fue ambigua: unas veces aliado útil, otras enemigo incómodo, hasta su derrota definitiva.
El destino ya estaba escrito: debilitado por las disputas internas y asediado por el avance castellano, el reino caería finalmente en enero de 1492, cuando Boabdil entregó las llaves de Granada a los Reyes Católicos, poniendo fin a la Reconquista.