La toma de la Catedral de Sigüenza durante la Guerra Civil Española
Si visitan la preciosa ciudad de Sigüenza fíjense en los muros de su catedral, sobre todo en los de la torre que les muestro en las fotos. Podrán ver aún las huellas de la batalla que sufrió la villa sita en la provincia de Guadalajara del 7 de agosto al 15 de octubre de 1936.
El 25 de julio llegan a Sigüenza unos 200 milicianos de la CNT al mando de un tal Feliciano Benito y otros 300 comunistas del batallón «Pasionaria» al mando del comandante Castro. A los tres días también llegan a Guadalajara otro buen número de milicianos al mando del comandante Martínez de Aragón pero esta vez de la UGT y de las Juventudes Socialistas Unificadas. Queda al mando de toda esta tropa el coronel Jiménez Orge.
En Sigüenza existía una mayoría conservadora y religiosa pero en aquel momento nadie había tomado partido ni por el Frente Popular ni por los sublevados, ni por los nacionales.
Por supuesto, lo primero que hacen los alegres milicianos es asesinar al obispo Eustaquio Nieto Martín, al presidente de Acción Católica, José María Martínez, y al dean de la Catedral Anastasio Simón. También es cierto que el 13 de julio había sido asesinado por unos derechistas el presidente de la Casa del Pueblo, Francisco Gonzalo, pero vamos, una injusticia no se tapa con tres injusticias.
Al pobre obispo los milicianos lo subieron a un coche del que lo lanzaron en marcha, lo tirotearon, lo quemaron y lo lanzaron por un barranco sin que se sepa si primero lo tirotearon y luego lo quemaron, o al revés. Según tengo entendido es el primer prelado asesinado una vez iniciada la guerra civil.
Los nacionales avanzan desde Soria y llegan a las inmediaciones de Sigüenza a principios de agosto. Toman los pueblos cercanos de Atienza y Alcolea del Pinar y el 7 de agosto tratan tomar Sigüenza fracasando en el intento. La respuesta de los milicianos consiste en profanar varias iglesias y destrozar imágenes y objetos religiosos.
El 16 de agosto una columna de milicianos procedentes de Sigüenza trata de tomar Atienza y es fácilmente rechazada por los nacionales.
El día 7 de septiembre los nacionales comienzan a bombardear Sigüenza con fuego artillero. Para esas fechas la ciudad está prácticamente rodeada y el 29 y el 30 de septiembre la aviación nacional (una escuadrilla de aparatos alemanes) bombardea la villa tratando de ablandar la resistencia de los milicianos. Esos días comienzan a producirse numerosas deserciones entre los milicianos y el coronel Jiménez Orge comienza a transmitir que van a tener que abandonar la ciudad si no llegan refuerzos.
El 3 de octubre se crea la División Soria que casualidades de la vida queda al mando del ya general Moscardó, el que logró resistir en el Alcázar de Toledo hasta que fue liberado el 13 de agosto de 1936. Tiene la misión de ocupar Sigüenza sin muchas contemplaciones.
Sigüenza tiene un castillo pero por entonces se encontraba en ruinas. Los milicianos que quedan en la ciudad deciden parapetarse en el interior de la Catedral. Introducen todos los alimentos que les son posibles y entre milicianos y civiles entran en la catedral unas 700 personas (500 milicianos y 200 civiles). Utilizan como parapetos para tratar de parar a los nacionales los libros de la biblioteca del cabildo, las imágenes y los pasos de la Semana Santa. El problema principal para poder resistir es que apenas tienen munición para resistir un largo asedio y que la Catedral es un blanco fácil para la artillería nacional.
El 8 de octubre comienza el asalto de Sigüenza y de su Catedral. Los nacionales enseguida toman la ciudad pero para rendir a los milicianos del interior del templo tienen que utilizar la artillería que dispara desde los cuatro puntos cardinales.
En las torres se habían instalado un buen número de tiradores pero el fuego artillero y de fusilería hizo que muy pronto tuvieran que abandonar sus posiciones. La Catedral sigue siendo bombardeada y solo queda una zona por donde los sitiados pueden escapar: el lado oriental de la catedral que da al cementerio de los canónigos. Una vez saltado el muro del cementerio sólo hay seis metros al cauce de un arroyo donde escapan a la vista de los nacionales.
El día de octubre escapan por ese lugar 15 milicianos que logran llegar a las líneas republicanas. Los días 12. 13 y 15 tratan de escaparse otros grupos de milicianos pero solo alcanzan su objetivo un grupo de dinamiteros que se abren paso gracias a sus cartuchos de dinamita.
El día 15 de octubre la Catedral está en ruinas gracias a los bombardeos de los nacionales y son numerosos los cadáveres que hay en su interior. Los sitiados deciden rendirse. 738 personas son hechas presas, de los que 500 eran combatientes. Los ancianos, mujeres y niños son liberados. El resto son llevados en camiones al convento de Santa Clara en Soria que estaba habilitado como prisión.
No todos llegaron a Soria. 157 no llegaron. Se sospecha que fueron bajados de los camiones y ejecutados en el camino. No quedó rastro de ellos. En los dos bandos se cometieron crímenes y barbaridades.