Judas Iscariote vendió a Jesús por treinta monedas de plata
Esta mañana he oído la conversación de dos jovenes en el tren de cercanías. Uno de ellos le decía al otro que determinado político se portaba como Judas Iscariote, ese que traicionó a Jesucristo a cambio de dinero. El otro joven no sabía quién había sido ese tal Judas. Vamos a aclararlo, por lo que veo y escucho es posible que algunos jóvenes de hoy en día no sepan quién fue el mayor traidor hasta la fecha conocido.
Judas Iscariote, nacido en Judea, era uno de los doce discípulos de Jesús al que acompañó durante su predicación por Judea y Galilea. Me niego a pensar que tampoco saben quién fue Jesús… El «Iscariote» se encargaba de recaudar el oro y la plata que destinaban a los pobres. Podíamos decir que era el tesorero. A dos días de la Pascua, el Sanedrín quería apresar y juzgar a Jesús por afirmar que era el hijo de Dios, entre otros motivos. El Sanedrín era la Corte Suprema de la Ley judía.
Conocedor del propósito del Sanedrín, Judas Iscariote acordó con miembros de la citada corte de justicia que indicaría a los guardias dónde se encontraba y quién era Jesús. En efecto, el pérfido y felón Judas guió a los guardas al lugar en donde se encontraba Cristo. Según el evangelio de San Marcos, Judas se acercó a Jesús y le dio un beso en la mejilla. Esa era la señal que Judas había acordado con los enviados por el Sanedrín para identificar a Jesús.
A cambio de su felonía Judas recibió treinta monedas de plata. El evangelista Mateo dice que al poco tiempo se arrepintió de sus actos y se suicidó ahorcándose en un árbol. Otra versión cuenta, según los «Hechos de los Apóstoles», que con el dinero de la traición Judas compró un campo y que cuando estaba trabajando en el, Iscariote se cayó de bruces y «se reventó la cabeza por en medio, y todas sus entrañas se derramaron.»