indigenas e independencia

La otra cara de la independencia americana para los pueblos indígenas: la persecución

Para los pueblos indígenas, la ruptura con España no significó el inicio de una nueva era de derechos, sino el comienzo de una etapa de despojo y persecución.
Durante el período virreinal, los indígenas eran considerados súbditos del rey. Las Leyes de Indias protegían sus tierras comunales, su organización local y su derecho a vivir conforme a sus costumbres. La Corona, influida por teólogos y juristas como Francisco de Vitoria, había establecido que los indígenas poseían alma, razón y derechos naturales.

El liberalismo criollo y la destrucción de las comunidades

La independencia alteró radicalmente este equilibrio. Los nuevos Estados, dirigidos por élites criollas, adoptaron las ideas liberales europeas del siglo XIX, basadas en la propiedad privada y en la eliminación de los privilegios. Con ese pretexto, disolvieron las comunidades indígenas, expropiaron sus tierras comunales y suprimieron sus autoridades tradicionales.
El ideal de igualdad jurídica se convirtió, en la práctica, en una herramienta de despojo: al declararlos “ciudadanos libres”, los privaron de sus antiguas protecciones legales.

De México a la Patagonia: guerras, matanzas y exilios

En México, las Leyes de Reforma de 1856 obligaron a las comunidades indígenas a dividir y vender sus tierras. Los mayas de Yucatán se levantaron en la llamada Guerra de Castas (1847-1901), un conflicto que costó más de doscientos mil muertos. Los yaquis fueron perseguidos durante más de un siglo, deportados a Yucatán y esclavizados en plantaciones de henequén.

En Perú y Bolivia, las rebeliones quechuas y aymaras de mediados del siglo XIX fueron reprimidas con extrema violencia. En Chile y Argentina, los gobiernos republicanos emprendieron campañas militares que hoy serían calificadas de genocidios: la “Pacificación de la Araucanía” y la “Conquista del Desierto” arrasaron pueblos enteros y entregaron sus tierras a colonos europeos.

En Uruguay, el presidente Fructuoso Rivera ordenó en 1831 la matanza de Salsipuedes, que exterminó al pueblo charrúa. En Guatemala, las reformas liberales del siglo XIX impusieron un régimen de servidumbre en las fincas cafetaleras. En el siglo XX, durante la guerra civil guatemalteca, el ejército se ensañó con los mayas, dejando más de 200.000 muertos.

Una paradoja histórica

Paradójicamente, mientras la Corona española había mantenido un orden desigual pero protector, las repúblicas surgidas tras las independencias consolidaron la marginación. Los nuevos Estados no reconocieron la diversidad cultural, sino que trataron de borrar toda identidad indígena para construir naciones homogéneas y “modernas”.

La independencia, que debió significar libertad, fue para los pueblos originarios el principio de un largo siglo de persecución. Su historia recuerda que la verdadera emancipación no consiste solo en cambiar de bandera, sino en reconocer y respetar la dignidad de todos los hombres.

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